Un Futuro que se Construye en Familia

El camino de Liz Larrota y su mamá

Liz Larrota, de 13 años y estudiante de noveno grado del Colegio Liceo Nueva Vida, representa cómo la educación y el emprendimiento pueden abrir caminos de esperanza incluso en medio de la incertidumbre.

Junto a su mamá y su gato, llegó desde Venezuela buscando nuevas oportunidades y un lugar seguro donde vivir. Al principio no fue fácil: no conocía a nadie, le costaba hacer amigos y muchas veces se sentía insegura. Sin embargo, desde que ingresó al colegio en séptimo grado, descubrió un espacio donde podía ser ella misma sin miedo a ser juzgada. En el Liceo encontró apoyo, protección y comprensión, y eso marcó un antes y un después en su vida.

El impacto del colegio fue más allá de lo académico: a través de las oraciones y reflexiones diarias, Liz aprendió a enfrentar sus retos con fe y esperanza. Fue allí, en el área de emprendimiento, donde halló una oportunidad única para crecer junto a su mamá. Ambas tejían crochet y comenzaron a crear muñecos, llaveros y balacas. En 2024 participaron juntas en la feria empresarial anual del colegio, donde presentaron su proyecto, fortalecieron su microempresa y se dieron a conocer tanto en la comunidad como en redes sociales. La experiencia fue transformadora: aumentaron seguidores, lograron ventas significativas y con esos recursos pudieron pagar el arriendo, cubrir gastos esenciales e incluso darse pequeños gustos que antes parecían imposibles. Nada de esto habría sido posible sin el acompañamiento de la institución, que creyó en ellas, les brindó herramientas y confió en su potencial.

Hoy, Liz afirma con certeza que su vida y la de su mamá no serían las mismas sin el Liceo Nueva Vida. Este colegio ha sido un refugio, una plataforma de crecimiento y una verdadera oportunidad de transformación, donde no solo estudia, sino que también aprende a soñar, a emprender y a construir un futuro mejor para ella y su familia.

Sembrando Futuro con Creatividad

La historia de Samuel González

A sus 16 años, Samuel González García, estudiante de noveno grado del Colegio Liceo Nueva Vida, ya sabe lo que significa convertir un sueño en una realidad empresarial. Samuel vive con su familia en el barrio Luis Carlos Galán, sector 3 de Altos de Cazucá (Soacha), una zona de invasión marcada por la vulnerabilidad y la falta de oportunidades. Allí, la vida cotidiana está llena de retos, pero en medio de ese contexto difícil encontró en su colegio algo distinto: un segundo hogar que lo protege, lo escucha y lo impulsa a creer en su futuro.

En 2024 tomó una decisión que cambiaría su historia: crear su propio emprendimiento de pines, botones y stickers. Al comienzo era solo una idea sencilla, pero el colegio creyó en él y le abrió caminos. Le brindó escenarios como la feria empresarial anual, donde pudo mostrar sus productos, conectarse con otras personas y fortalecer su proyecto.

El resultado fue un éxito: Samuel diversificó sus diseños, generó ventas y consolidó su propia marca juvenil. Gracias al acompañamiento del colegio recibió asesoría en diseño de marca, formación empresarial y motivación constante, lo que le permitió comprender que emprender no es solo vender, sino aprender valores como la disciplina, la resiliencia y el liderazgo.

Hoy, Samuel se siente orgulloso de ser dueño de una pequeña empresa que no solo le genera ingresos para reinvertir en su negocio, sino que también le da la esperanza de ayudar algún día a su familia a salir adelante. Su historia refleja la misión del Colegio Liceo Nueva Vida: más que educar, sembrar en los jóvenes la semilla del emprendimiento, el liderazgo y la transformación. En zonas vulnerables, donde muchos piensan que soñar es imposible, el colegio abre espacios para demostrar que, con educación, creatividad y apoyo, los sueños no tienen techo.

De un Chocolate a un Sueño Cumplido

La historia de Jennifer Alejandra Samboní

Jennifer Alejandra Samboní, egresada del Colegio Liceo Nueva Vida promoción 2023, es el reflejo de cómo el emprendimiento puede convertirse en una llave para transformar vidas. Desde pequeña, Jennifer enfrentó miedos, inseguridad y dificultades para adaptarse en distintos colegios. Todo cambió cuando llegó al Liceo Nueva Vida: un lugar donde encontró confianza, respeto y motivación para descubrir lo mejor de sí misma.

Criada junto a su madre en Altos de Cazucá (Soacha), una de las zonas más vulnerables del país, la vida nunca fue sencilla. Pero fue allí, en décimo grado, donde Jennifer descubrió una pasión inesperada: emprender.

Con dos amigas decidió vender chocolates. Al inicio parecía una idea sencilla, pero gracias a su disciplina, visión y creatividad, ese pequeño proyecto se convirtió en una fuente de recursos y en una gran escuela de vida. Jennifer amplió la distribución, participó en eventos y logró que su negocio creciera lo suficiente para cubrir parte de sus pensiones escolares, pagar los derechos de grado y comprar el vestido de su graduación. Más allá de los ingresos, este proceso la llevó a comprender algo invaluable:

✨ Que el emprendimiento no solo es vender, es creer en uno mismo.
✨ Que, con creatividad y esfuerzo, hasta la idea más pequeña puede abrir grandes oportunidades.
✨ Que la educación se potencia cuando se combina con la práctica, la resiliencia y los valores.

Hoy, Jennifer continúa forjando su camino. Tras graduarse, decidió perseguir un sueño aún mayor: formarse como agente de la Policía Nacional, con el propósito de servir y proteger a su comunidad. Su historia es también la esencia del Colegio Liceo Nueva Vida: más que enseñar, es un espacio que impulsa el liderazgo, el emprendimiento y la transformación en medio de realidades vulnerables.

Cada aporte y patrocinio hace posible que más jóvenes, como Jennifer, puedan descubrir sus talentos, superar barreras sociales y construir un futuro diferente.